Por Carlos Rivas Larrauri (México)
No es por hacerles desaigre...
Es que ya no soy del vicio...
Astedes mi lo perdonen,
pero es qui hace más de cinco
años que no tomo copas,
onqui ande con los amigos...
¿Qué si no me cuadra?...¡Harto!
Pa que he di hacerme el santito:
he sido reteborracho;
¡como pocos lo haigan sido!
¡Perora si ya no tomo,
manque me lleven los pingos!
Dendi antes que me casara
encomencé con el vicio;
y, aluego, ya de casado
también le tupí macizo...
¡Probecita de mi vieja!
¡Tan güena siempre conmigo...!
¡Por más que l´hice sufrir
nunca me perdió el cariño!
Era una santa la probe,
y yo con ella un endino;
nomás porque no sufriera
llegué a quitarme del vicio,
pero, poco duró el gusto,
la de malas se nos vino
y una nochi redepente,
quedó com´un pajarito.
Dicen que juel corazón...
Yo no sé lo que haiga sido;
pero sento en la concencia
que jue mi vicio cochino
el quizo que nos dejara
solitos a mí y a m´hijo,
¡un chilpayate di ocho años
que quedaba güerfanito
a ledá en qui hace más falta
la madre con su cariño!
Me sentí disesperado
de verme solo con mhijo...
¡Probecita criaturita!
Mal cuidado...mal vestido
sempre solo...¡Ricordando
al ángel que´bia perdido!
Entonces pa´no pensar
golvi a darle recio al vicio,
porque poniéndome chuco,
me jallaba más tranquilo,
y cuando yastaba briago
y casi jueras de juicio,
parece que mi dijunta
taba allí, ¡junto conmigo!
Al salir de mi trabajo
m´iba yo con los amigos,
y, aluego, ya a medios chiles,
mercaba yo harto refino
y regresaba a mi casa
onde mi aguardaba m´hijo;
y allí, ¡duro!, trago y trago,
hasta ponerme bien pítimo...
¡Y aistaba la tarugada!
Ya endinantes les he dicho
lueguito vía a mi vieja
que llegaba a hablar conmigo
y encomenzaba a decirme
cosas de mucho cariño,
y yo, a contestar con ella,
como si fuera dialtiro
cierto lo questaba viendo,
en tan mientras que mhijo
si abrazaba a mi asustado
diciéndome el probe niño:
«¿Onde está mi mamacita?
Dime on tá, papacito...
¿Es verdad que testá hablando?
¿Cómo yo no la deviso...?»
«Pos qué no la ve, tarugo,
¡vaye que li haga cariños!»
¡Y el probecito lloraba
y pelaba sus ojitos
buscando ritiasustado
a aquella a quen tanto quiso...!
Una noche, al regresar
destarle dando al oficio,
llego y, al abrir la puerta,
¡ay Jesús, lo que deviso!
Hecho bola sobre el suelo,
taba tirado mi niño,
risa y risa comun loco,
y pegando chicos gritos...
«¿Qué te pasa?...¿Qué sucede...?
¿Ti has güelo loco dialtiro...?»
Pero intonces, en la mesa,
videl frasco del refino,
que yo bia dejado lleno,
enteramente vacío.
Luego luego me di cuenta
y me puse retemuino:
«¿Qui has hecho, escuincle malvado»
¡Ya bebites el refino...!
«¡Paqui aprendas a ser güeno,
voy a romperte l´hocico...!»
Y luego con harto susto
que l´hizo golver al juicio,
y con una voz di angustia
que no he di olvidar, me dijo:
«¡No me pegues...no me pegues...!
No soy malo, papacito.
¡Jue pa ver a mi mamita
como cuando habla contigo!
¡Jue pa quella me besara
y mhiciera hartos cariños!»
Dendentonces ya no tomo
onqui ande con los amigos...
No es por hacerles desaigre,
pero ya no soy del vicio...
Y cuando quiero rajarme
porque siento el gusanito,
de tomarme alguna copa,
nomás mi acuerdo de mhijo
y entonces si ya no tomo
¡manque me lleven los pingos...!
Es que ya no soy del vicio...
Astedes mi lo perdonen,
pero es qui hace más de cinco
años que no tomo copas,
onqui ande con los amigos...
¿Qué si no me cuadra?...¡Harto!
Pa que he di hacerme el santito:
he sido reteborracho;
¡como pocos lo haigan sido!
¡Perora si ya no tomo,
manque me lleven los pingos!
Dendi antes que me casara
encomencé con el vicio;
y, aluego, ya de casado
también le tupí macizo...
¡Probecita de mi vieja!
¡Tan güena siempre conmigo...!
¡Por más que l´hice sufrir
nunca me perdió el cariño!
Era una santa la probe,
y yo con ella un endino;
nomás porque no sufriera
llegué a quitarme del vicio,
pero, poco duró el gusto,
la de malas se nos vino
y una nochi redepente,
quedó com´un pajarito.
Dicen que juel corazón...
Yo no sé lo que haiga sido;
pero sento en la concencia
que jue mi vicio cochino
el quizo que nos dejara
solitos a mí y a m´hijo,
¡un chilpayate di ocho años
que quedaba güerfanito
a ledá en qui hace más falta
la madre con su cariño!
Me sentí disesperado
de verme solo con mhijo...
¡Probecita criaturita!
Mal cuidado...mal vestido
sempre solo...¡Ricordando
al ángel que´bia perdido!
Entonces pa´no pensar
golvi a darle recio al vicio,
porque poniéndome chuco,
me jallaba más tranquilo,
y cuando yastaba briago
y casi jueras de juicio,
parece que mi dijunta
taba allí, ¡junto conmigo!
Al salir de mi trabajo
m´iba yo con los amigos,
y, aluego, ya a medios chiles,
mercaba yo harto refino
y regresaba a mi casa
onde mi aguardaba m´hijo;
y allí, ¡duro!, trago y trago,
hasta ponerme bien pítimo...
¡Y aistaba la tarugada!
Ya endinantes les he dicho
lueguito vía a mi vieja
que llegaba a hablar conmigo
y encomenzaba a decirme
cosas de mucho cariño,
y yo, a contestar con ella,
como si fuera dialtiro
cierto lo questaba viendo,
en tan mientras que mhijo
si abrazaba a mi asustado
diciéndome el probe niño:
«¿Onde está mi mamacita?
Dime on tá, papacito...
¿Es verdad que testá hablando?
¿Cómo yo no la deviso...?»
«Pos qué no la ve, tarugo,
¡vaye que li haga cariños!»
¡Y el probecito lloraba
y pelaba sus ojitos
buscando ritiasustado
a aquella a quen tanto quiso...!
Una noche, al regresar
destarle dando al oficio,
llego y, al abrir la puerta,
¡ay Jesús, lo que deviso!
Hecho bola sobre el suelo,
taba tirado mi niño,
risa y risa comun loco,
y pegando chicos gritos...
«¿Qué te pasa?...¿Qué sucede...?
¿Ti has güelo loco dialtiro...?»
Pero intonces, en la mesa,
videl frasco del refino,
que yo bia dejado lleno,
enteramente vacío.
Luego luego me di cuenta
y me puse retemuino:
«¿Qui has hecho, escuincle malvado»
¡Ya bebites el refino...!
«¡Paqui aprendas a ser güeno,
voy a romperte l´hocico...!»
Y luego con harto susto
que l´hizo golver al juicio,
y con una voz di angustia
que no he di olvidar, me dijo:
«¡No me pegues...no me pegues...!
No soy malo, papacito.
¡Jue pa ver a mi mamita
como cuando habla contigo!
¡Jue pa quella me besara
y mhiciera hartos cariños!»
Dendentonces ya no tomo
onqui ande con los amigos...
No es por hacerles desaigre,
pero ya no soy del vicio...
Y cuando quiero rajarme
porque siento el gusanito,
de tomarme alguna copa,
nomás mi acuerdo de mhijo
y entonces si ya no tomo
¡manque me lleven los pingos...!
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